Mamá de joven trans bisexual

Como todos los relatos que suelo escuchar de otros padres, al principio creí que esto era una fase de mi hija y que estaba queriendo llamar mi atención de esta manera. Desde que me divorcié de su papá tuvimos muchos problemas, debido a su mal carácter y su amargura; y yo observé estas acciones como la gota que derramó el vaso.

En una conversación seria, me dijo que no se identificaba como hombre, pero tampoco como mujer. Lo que escuchaba me costó trabajo entenderlo, no sentirse mujer ni tampoco un hombre es bastante confuso. Y si en eso momento fue confuso para mí, cuanto más para una joven que aparentemente no tenía todo muy claro a mi juicio. Pero después de esa conversación le di todo mi amor y todo mi apoyo. Al mismo tiempo, empecé a investigar en libros, en internet y comencé a visitar médicos y sexólogos para que me dieran la información que necesitaba para apoyarla con más herramientas y conocimientos.

Ella hizo lo propio, buscó por su parte el apoyo de profesionales en la ciudad donde vive y con el paso de los meses se dio cuenta de que es mujer en todo; “menos en cuerpo” y así nos lo hizo saber a la familia y a su novia. De todos ha recibido amor y aceptación. Obviamente hay muchas dudas y sin saber de inicio cómo ayudar.

¡Entendí por fin la causa de su amargura! ¡Se llama disforia de género y mi niña tendrá que vivir con eso toda su vida! (parece)… Debido a todo lo que acontecía, entré en un periodo de depresión física. Mi amor y mi apoyo hacia ella siempre fue incondicional, pero mi cuerpo me decía lo contrario. Me enfermaba con facilidad y me sentía fatigada siempre. Ingresé a terapia y allí logré procesar este duelo. Descubrí que me estaba auto castigando por no haberme dado cuenta, por no haberla inscrito en futbol y tae kwon do; por encaminarla hacia un rol de género que no le correspondía.

Actualmente nos separan mil kilómetros de distancia, y con el fin de entenderla y hacerla sentir apoyada colaboré en la creación de un grupo de familias trans en mi ciudad después de haberme sobrepuesto de mi estado anímico y de adquirir mucho conocimiento sobre la temática. Pero esto no basta, tengo que asumir que mi alcance tiene un límite.

Mi amor la acompaña en su proceso de llegar a verse como lo que es en realidad.
Lo que quiero es que ella sea feliz, y espero que ese día llegue muy pronto. Hace poco le hicieron firmar su renuncia en el trabajo por haber faltado dos días que vino a visitarme (con permiso previo). Estamos seguras que fue por intolerancia, pero ella se sintió liberada de ya no tener que usar traje y corbata todos los días. Apenas lleva seis meses en terapia de reemplazo hormonal, depilación láser y cambio gradual de apariencia. Se deprime mucho cuando ve que le sale barba y bigote todavía, o cuando por error alguien de la familia se refiere a ella con pronombres masculinos. Tiene días buenos y otros días muy malos. Es muy difícil para mí no poder abrazarla o apoyarla en esos días malos debido a las distancias.

Este texto lo estoy escribiendo de manera anónima pues hay personas en su vida con las que todavía no sale del closet, por ejemplo los papás de su novia. Esa revelación sucederá cuando su novia (cisgénero femenina) revele su orientación sexual con su familia. Soy mamá de esta hermosa chava transgénero de veintitrés años, ya ha pasado un año desde que me dio la noticia, y apenas hace dos meses me confiesa que también es bisexual.

Por lo pronto aquí estoy para ellas como pareja; y sobre todo para mi hija, dispuesta a caminar al lado de una mujer plena, feliz, aceptada por su entorno, la familia y la sociedad.